De chica soñaba con ser pianista. A los 8 años me regalaron mi primer teclado; el cual me sirvió para aprender algo de música, pero al ser tan pequeño, no me servía para tocar canciones completas.
A Raúl Roche lo conocimos gracias a la Familia Pierandrei; y, sinceramente, es una persona muy amable. Aventurero de toda la vida, a los 18 años se construyó una carpa y vacacionó de esa forma. Hace algunos años se construyó un motorhome, con el cual recorrió, junto con su familia, gran parte de Argentina y países limítrofes. Sabe muchísimo sobre casas rodantes, y la suya es verdaderamente hermosa.
Actualmente él, junto con Yeni y Chuchi (su mujer y su hija), vacacionan todos los veranos en su motorhome, a orillas del Mar, en Punta del Este (Uruguay), junto a varios rodanteros y sus familias.
Raúl nos vino a visitar muchas veces durante nuestra estadía en la fábrica, y nos estuvo aconsejando y ayudando. Una tarde, conversando sobre la nota de la Revista Viva, él preguntó a quién le gustaba el piano. Yo levanté la mano, y le conté que piano no tenía. “¿Cómo que no tenes piano? No te preocupes, yo tengo un teclado, te lo presto con una condición: me lo devolvés cuando terminas el viaje, así tenemos una “excusa” para reencontrarnos”, me dijo, muy seguro.
A los dos días nos volvió a visitar, con el piano en los brazos. Él encantado de ayudarme, y yo de poder cumplir mi sueño de aprender piano durante el viaje.
Además, nos invitó a conocer su casa rodante, y nos regaló varias canciones que interpretó en el acordeón (que lo heredó de su Padre).
Comparto esta historia para demostrar que los sueños se cumplen, hay que luchar, y saber esperar.
Gracias a Raúl, un sueño se está cumpliendo!!
¡¡Muchas gracias, Raul!!