Somos una familia cumpliendo un sueño, viajando por los 5 continentes, visitando más de 110 países, cerca de 300.000 km, durante ochenta de meses. Viajamos en “Libertad”, un vehículo ecológico construido por nosotros mismos, para que sea nuestra casa móvil durante estos años, recorriendo la naturaleza, por carreteras y fuera de ellas, viviendo una gran aventura, viajando al fin del mundo y al interior de nosotros mismos, visitando tierras extrañas, parajes vírgenes, grandes ciudades y pequeños pueblos. Te invitamos a dar la vuelta al mundo con nosotros, ¿vienes?…
Llegamos a Victoria cuando estaba añocheciendo; habíamos salido de Rosario por la tarde. Pedímos a Prefectura sugerencias sobre dónde podíamos estacionar, y nos recomendaron parar a la orilla de la laguna.
Cenamos y dormimos allí.
Nos despertamos con una hermosa vista. Aquí algunas fotos:
Ubicación:
Al día siguiente recorrimos la ciudad.
Luego de conocer, recorrer y fotografiar, seguimos viaje a Gualeguaychú.
De chica soñaba con ser pianista. A los 8 años me regalaron mi primer teclado; el cual me sirvió para aprender algo de música, pero al ser tan pequeño, no me servía para tocar canciones completas.
A Raúl Roche lo conocimos gracias a la Familia Pierandrei; y, sinceramente, es una persona muy amable. Aventurero de toda la vida, a los 18 años se construyó una carpa y vacacionó de esa forma. Hace algunos años se construyó un motorhome, con el cual recorrió, junto con su familia, gran parte de Argentina y países limítrofes. Sabe muchísimo sobre casas rodantes, y la suya es verdaderamente hermosa.
Actualmente él, junto con Yeni y Chuchi (su mujer y su hija), vacacionan todos los veranos en su motorhome, a orillas del Mar, en Punta del Este (Uruguay), junto a varios rodanteros y sus familias.
Raúl nos vino a visitar muchas veces durante nuestra estadía en la fábrica, y nos estuvo aconsejando y ayudando. Una tarde, conversando sobre la nota de la Revista Viva, él preguntó a quién le gustaba el piano. Yo levanté la mano, y le conté que piano no tenía. “¿Cómo que no tenes piano? No te preocupes, yo tengo un teclado, te lo presto con una condición: me lo devolvés cuando terminas el viaje, así tenemos una “excusa” para reencontrarnos”, me dijo, muy seguro.
A los dos días nos volvió a visitar, con el piano en los brazos. Él encantado de ayudarme, y yo de poder cumplir mi sueño de aprender piano durante el viaje.
Además, nos invitó a conocer su casa rodante, y nos regaló varias canciones que interpretó en el acordeón (que lo heredó de su Padre).
Comparto esta historia para demostrar que los sueños se cumplen, hay que luchar, y saber esperar.