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Quienes Somos

Somos una familia cumpliendo un sueño, viajando por los 5 continentes, visitando más de 110 países, cerca de 300.000 km, durante ochenta de meses. Viajamos en “Libertad”, un vehículo ecológico construido por nosotros mismos, para que sea nuestra casa móvil durante estos años, recorriendo la naturaleza, por carreteras y fuera de ellas, viviendo una gran aventura, viajando al fin del mundo y al interior de nosotros mismos, visitando tierras extrañas, parajes vírgenes, grandes ciudades y pequeños pueblos. Te invitamos a dar la vuelta al mundo con nosotros, ¿vienes?…

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Fray Bentos

Luego de recorrer Santa Fe y Entre Ríos, pisamos tierra limítrofe, y cruzamos al primer país de la lista: Uruguay!! Llegamos al departamento Fray Bentos, y estacionamos para dormir esa noche allí. Ingresamos al país vecino un día después del gran temporal; el Río Uruguay había subido varios metros, y la tormenta había hecho destrozos.

Nos recomendaron recorrer el frigorífico Anglo, que queda a unos kilómetros del centro. El Frigorífico se encuentra a la orilla del río, y fue una de las principales agroindustrias de Uruguay durante el siglo XX. Hace 30 años que está abandonado, y actualmente funciona como Museo de Revolución Industrial. Además, las casas que lo rodean son de la misma época, pues en ellas vivían los trabajadores del frigorífico.

De allí, seguimos el camino que nos llevaba al Ecosistema «Monte Ribereño», que también se encuentra a orillas del Río Uruguay.

El camino de tierra, con subidas y bajadas, está rodeado de naturaleza pura: árboles de distintas especies, pájaros de todos los colores, caballos salvajes, y playa.

Seguimos la ruta panorámica hasta llegar a un puente que soportaba hasta 3 toneladas, pues era de madera, así que decidimos estacionar a un costado, en una rotonda, almorzar con una bellísima vista natural, y dormir la siesta escuchando los sonidos de la naturaleza.


Después de disfrutar de la tranquilidad y belleza de la reserva ecológica de Fray Bentos, decidimos seguir viaje. Próximo destino: Carmelo.

Gualeguaychú, el reencuentro

Entre Victoria y Gualeguaychú, estuvimos conversando, además de apreciar el paisaje.

Papá nos contó que cuando éramos chicos, él tenía un negocio de computación y había conocido a Dario quien se dedicaba al mismo rubro en la Ciudad de Buenos Aires, y se conocieron por esto;

«Darío, era de Gualeguay» dijo papá. A lo que Mamá “corrigió”:- no, Darío era de Gualeguaychú. No, de Gualeguay. No, de Gualeguaychú. No, nació en Gualeguay… Y cada uno quedó con su idea: Papá decía que era de Gualeguay, y Mamá que era de Gualeguaychú.

Llegamos a Gualeguaychú un domingo a la noche, y el Paseo del Puerto estaba lleno de chicos, adultos, ciclistas, paseadores de perros, bandas de rock haciendo conciertos, y muchas, muchísimas personas en la vereda mateando.

Estacionamos en el Paseo del Puerto, decidimos bajar a tomar un poco de aire, y apenas abrimos la puerta nos encontramos con algunas personas que conocían nuestra historia, y estaban esperándonos para conversar.

Conversando con una pareja, le preguntamos si conocían a Darío Mayer, que estaba en el rubro de computación. La mujer nos dijo que si, lo conocía, pues Darío les vendía computadoras a su jefe. Nos pidió nuestro teléfono, y prometió contactarse con él lo antes posible.

A los 20 minutos, nos llegó un mensaje de ella diciéndonos que no pudo contactarse con él, pero nos dejó todos los datos de Darío, para que nos comunicásemos.

Al otro día, luego de almorzar con la bellísima vista del puerto, estábamos en la computadora, cuando observamos desde la ventanilla que alguien avanzaba y retrocedía con el auto, mirando cada una de las fotos, banderas, página web, logo. A lo que Mamá le pregunta a Papá:- ¡¿No será Darío?! Y si, era Darío.

Tomamos unos mates con él, y luego de conversar un rato nos invitó a su casa. Al llegar a la casa de Darío, no pudimos disimular nuestra sonrisa: es que aquellas calles nos recordaban al barrio en el cual vivimos más de 12 años.

Conocimos a la familia de Darío: Sandra, su mujer, y a sus hijas: Albertina y Candela. Compartimos dos días lindísimos junto a la familia Mayer. Estábamos emocionados de que el reencuentro se dio de una manera muy causal, y muy linda. Cenamos juntos, conversamos, y disfrutamos de dos días junto a una familia maravillosa.

Muchas gracias, familia Mayer!!



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