A Paulina y Juan los conocimos un mes antes de su matrimonio, y lo primero que hicieron (después de conocer nuestra historia) fue invitarnos a su fiesta. Ganas de asistir no faltaban, pero la fecha se extendía más allá de los días que pensábamos quedarnos en Iquique.
Sin embargo, el tiempo fue pasando, y la invitación seguía vigente (y con más insistencia que nunca), así que con mucho gusto decidimos ir.
Pero algunos días antes de la confirmación de la asistencia, incluso mucho antes de la boda, decidieron hacernos un regalo muy especial para nosotros. Paulina y Juan sabían lo mucho que nos hacía falta una computadora. La notebook que teníamos estaba deteriorara, y más de una vez perdimos trabajos de escritura y edición de fotografía porque se apagaba repentinamente; sin mencionar la cantidad de días que directamente no prendía. Y como era una herramienta fundamental para que trabajemos en el viaje, decidieron regalarnos una notebook para que sigamos compartiendo nuestra bitácora con ustedes. Aun conociéndonos poco, decidieron apostar por nuestro proyecto; un gesto de cual estamos completamente agradecidos.
Luego llego la boda. Estuvimos revolviendo el ropero en búsqueda de algo adecuado –por suerte Raúl les presto trajes a los chicos, al igual que Roberto. Ingresamos a la iglesia con la emoción de la sorpresa que se estaba por venir. Sorpresa para los demás invitados, porque nosotros habíamos asistido a los ensayos. Y es que el ingreso a la iglesia lo hicieron bailando. Si, mientras sonaba una canción, los padrinos junto con los novios entraron siguiendo los pasos de una coreografía ya marcada. A pesar de que los nervios estuvieron presentes, todo salió genial. Después fuimos a seguir el festejo al salón.
Aprovechamos el casamiento de Paulina y Juan para despedirnos, porque ellos se iban de luna de miel, y nosotros seguíamos viaje a Arica –o eso pensábamos. Aun después de su luna de miel seguíamos en Iquique, así que nos volvimos a encontrar, y ellos vinieron con una última -pero no menos importante- sorpresa. Sabían que Ornella estaba escribiendo un libro, así que para que trabaje más cómoda en eso, le obsequiaron una Tablet.
Más allá de los regalos que nos hicieron Juan y Paulina, queremos destacar su amabilidad, y el cariño que les sentimos por habernos apoyado. Lamentablemente no fue tanto el tiempo que pudimos compartir con ellos, y sin embargo decidieron ayudarnos en este proyecto. Paulina, Juan, Paskuala y Josefa (sus hijas) se merecen todo el éxito y amor que se tienen, y aun más.
Cuando una persona da tanto, es inevitable que su propio brillo lo alcance. Ellos supieron entregarnos su cariño, y demostrar sus sentimientos tan puros. Su corazón es enorme, y nuestra felicidad aun mas porque el camino nos regaló este encuentro. Nuestra amistad perdurará a pesar de la distancia!