Nos fuimos de Puerto Pirámides a Punta Pardelas – Un lugar único en el Mundo, que nos recomendaran Lucho y Verónica, amigos que nos brinda este viaje, y a quien está dedicada esta entrada – el acceso es por camino de ripio y arena. Encontramos Guanacos, Maras, y Martinetas en el camino. Si bien en linea recta está a unos 15 km, tenemos que recorrer unos 25 para llegar por un camino que rodea las dunas.
El paisaje por zonas no tiene que envidiarle a ningún desierto.
Llegamos a Punta y Playa Pardelas al atardecer, y nuevamente nos encontramos con el atardecer en el mar
Aquí ven que el mar esta por debajo de los 4 o 5 metros de las restingas, dos horas después el mar queda al ras, no dejamos de sorprendernos con esto.
Esta es la bajada a Pardelas, un poco empinada (aquí no se aprecia muy bien)
Buscando a las ballenas…
El que se ve parado en el medio de la foto sobre la restinga es Patricio.
Aquí la marea está alta y casi desapareció la restinga debajo del mar.
Libertad con compañeros viajeros
Al otro día aparecieron las ballenas con marea alta. Los cinco días que estuvimos en Pardelas hicimos avistaje de ballenas desde la costa, y a metros nuestro.
Al borde de las restingas y a unos metros de donde estábamos nosotros.
Los chicos las siguieron durante un par de kilómetros pues iban costeando muy despacito (para ellas), hasta dar una vuelta y luego se alejan de la costa. Esto se repitió varias veces.
Con nuestros vecinos unos simpáticos Abuelos Alemanes que saben de que se trata la vida (el tiene 76 años y andaba de aquí para allá como si fuera un chico de 20), en su vida ya hicieron los 5 continentes, recorrieron en 22 oportunidades e Sahara en una Nissan Patrol que le hicieron 600.000 kilometros, y con ellos compartimos unos días en tan mágico lugar.
Los atardeceres son de película, y en la noche varias veces sentíamos el mar a unos metros.
Dos noches seguidas salimos a mirar el cielo, ya que allí la contaminación lumínica no existe; a tal punto que cuando no hay luna la iluminación es nula, y prácticamente no se ve ni los pies de uno mismo. Al rato si se queda con todo a oscuras, se comienzan a acostumbrar los ojos y se ven las nebulosas, y cientos de miles de estrellas…
También hubo una noche (vino el guarda fauna a advertirnos) que los vientos fueron muy fuertes que ni asomamos la nariz afuera.
Salímos a recorrer la península y nos encontramos con el camino cerrado por cúmulos de arena, así que tenemos que esperar que las máquinas de vialidad (según nos dijo el guarda fauna) retiren las dunas que se subieron al camino.
Retrocedimos unos 2,5 kilómetros y encontramos un hueco donde dar la vuelta ya que la bajada de Pardelas es muy complicada para hacerla marcha atrás ya que es una bajada muy pronunciada y con un par de curvas complicadas.
Maniobrando complicados para dar la vuelta
Algunos lugares maravillosos para fotografiar.
…
Un elefantito marino que quedó varado descansando exhausto después del temporal de viento y marea extraordinaria